Este artigo foi publicado por Mariano, Mr Bugalú (Alegría) no Cuaczine nº1 en inverno de 2000. De recomendado visionado para tódolos cuáqueros:
En el principio era el silencio, hasta que un buen día aparecimos unos cuantos tipos con ganas de gritar.
El mecanismo parecía simple: un emisor, una antena, unos micros, unos cuantos discos y ya está. Pero no, resulta que no es tan sencillo. Resulta que hay una cosa que se llama impedancia (y que se mide en ohmios nada menos) que al parecer es importante, y que nada de antena, que se llama “dipolo radiante vertical” (qué nivel Maribel), y nosotros con estos pelos.
La primera vez que leí un manual de instrucciones y no entendí un pito, primero me preocupé (“estará en alemán, o así”), después sufrí unos segundos del más genuino pánico (Tranquilo, Mariano, seguro que struehpengüfewer no quiere decir “batidora”), y luego me puse a ello ¿Qué otra cosa podía hacer si no?…
Es sorprendente lo que se puede conseguir así: a pulso. A golpe de ganas e imaginación, sin pasta, sin apoyos y sin padrinos. CUAC! era mitad chapuza y mitad milagro, cajas de huevos tratadas como si fuesen tecnología punta, cables soldados de aquella manera, cascos de oferta y toneladas de fe, mezcladas con horas y horas en un despachito de la Facultad de Económicas, en el que Begoña y Juanma afinaban sus voces con unos micros cutres camuflados bajo espumillón de colores.
Hoy todo es diferente, la vida es muy perra y te va distanciando de los amigos y un poco de los recuerdos de aquello que fuimos y que hoy, por suerte o por desgracia, ya no somos. José Antonio Romero “O Druida do Soul” ya no maneja con maestría la vieja mesa Akijama que hoy vegeta en el “estudio B”, Roberto “Muñones” Garea no suelda cables con su peculiar maestría y Marcos Fernández tiene un trabajo de verdad, con responsabilidad y todo. A qué negarlo, CUAC! ha crecido y ha mejorado mucho, y aunque Josito ya no se proponga conseguir las más disparatadas acreditaciones, ni Nino “Wolfman” García haga cada lunes su imitación de Coco, las cosas han seguido adelante exactamente con el mismo espíritu emprendedor y desafiante que el primer día.
La pelea fue larga, y hubo malos momentos, pero no podéis ni imaginar lo buenos que fueron los que fueron buenos (valga el trabalenguas), a Tomi Desastre aún le brillan los ojos cuando recuerda su primer “Falta Paixón” bajo la red con cartones que nos servía de techo, y a Ana le gustó tanto la sensación que su “A velas vir“, incombustible, continúa en antena todos los viernes.
Todos nosotros y muchos más, echamos a rodar cuesta abajo una pequeña bola de nieve, temiendo que en cualquier momento chocaría con una roca de intolerancia o de resentimiento, sin embargo, lejos de estancarse en una planicie indiferente, cada vez crece más, sin que tenga visos de detenerse.
Hoy nuestro equipo técnico es modesto pero apañadito, hay programas en parrilla con un futuro más que prometedor en el mundo real (ese en el que te pagan dinero por trabajar), tenemos una sede social además del estudio, y con este fanzine nos convertimos en grupo multimedia. No está mal para una gente que tiene como logotipo el pico de un pato.
Bueno, esto fué en pleno ataque de mono cuáckero. Hacía unos meses que había dejado la emisora y la echaba de menos. La idea era hacer un homenaje a las personas que montaron el tinglado, allá por el pleistoceno. Ñoño, pero ñoño, ñoño… y autocomplaciente. Es bueno leerlo, pero sobre todo como referencia de lo que NO se debe hacer.
Aun así, y teniendo en cuenta el conjunto de vivencias en “ese” momento, si es increíble a donde ha llegado Cuac.
Y contrarrestando tu auto critica, creo que todo el mundo debería tener un romance con el conocimiento en algun momento de su vida… XD